
El concepto de cadena de valor que utilizamos actualmente comenzó con la representación de un flujo de procesos de una industria en 1985. Michael Porter quizá no lo sabía en ese momento, pero estaba revolucionando los modelos de negocio a través de un concepto que sigue siendo muy utilizado en la actualidad.
Sin embargo, incluso después de 40 años desde su surgimiento, muchos profesionales todavía tienen dificultades para aplicar la cadena de valor en la práctica. Esto ocurre por una serie de factores, como la insistencia en el modelo de silos organizacionales, los mapeos superficiales, entre muchos otros.
Aunque la teoría pueda parecer sencilla a primera vista, ¿por qué muchas organizaciones aún no logran obtener resultados reales a partir de su aplicación?
Vamos por partes: ¿qué es la cadena de valor?
De acuerdo con la definición de Porter, es un modelo estratégico que analiza las actividades de una empresa en dos categorías: actividades primarias y actividades de apoyo. Esta distinción facilita la identificación de cómo cada proceso contribuye a la creación de valor para el cliente y para la empresa en general.
Desde esta perspectiva, es posible comprender cómo se relacionan ambas categorías de actividades, optimizando la eficiencia, reduciendo costos y, como consecuencia, construyendo una ventaja competitiva sostenible y generando mayor rentabilidad para el negocio.
Esta herramienta de gestión por procesos también describe y analiza las actividades de la organización desde la perspectiva de la generación de valor para los clientes, identificando las actividades que agregan, los costos y las oportunidades de mejora.
Las actividades primarias son aquellas que contribuyen directamente a la creación y entrega del producto o servicio, como la Logística, las Operaciones, el Marketing, las Ventas y los Servicios. En cambio, las actividades de apoyo son aquellas que respaldan a las primarias, garantizando el éxito de las entregas a los clientes, como la Infraestructura, la Gestión de Recursos Humanos, el Desarrollo Tecnológico y las Compras.
En la práctica, la cadena de valor reunirá todos los procesos de la empresa y los organizará de manera funcional, para que esa interdependencia canalice lo mejor de las habilidades de ambas categorías en favor de un bien mayor: las entregas a los clientes.
¿Cuáles son las principales dificultades?
Los silos organizacionales son los principales villanos en esta área y, junto con otros factores, impiden que la cadena de valor genere resultados medibles.
Y todo esto sucede porque el propósito de la cadena de valor es interconectar las áreas a través de los procesos para que fluyan adecuadamente, mientras que los silos van en la dirección opuesta. Ellos estructuran el trabajo de forma independiente, creando barreras de colaboración entre los equipos y dificultando la comunicación.
Es como si las áreas compitieran entre sí, cuando en realidad la suma de sus entregas es lo que genera el resultado final del producto o servicio ofrecido. Este tipo de cultura no solo impacta en la fluidez de la cadena de valor, sino que también afecta el ambiente laboral, la productividad y la eficiencia de los procesos.
Otro aspecto que debe considerarse es que la herramienta, para que sea eficaz, necesita aplicarse de manera profunda, lo que exige análisis y dedicación por parte de los equipos. De lo contrario, se reducirá a un organigrama o a un flujo estático, perjudicando la comprensión de las actividades y la identificación de los verdaderos cuellos de botella que impiden la evolución y los resultados positivos.
Este mapeo superficial puede resultar en la pérdida de oportunidades de mejora, en la toma de decisiones equivocadas y en otorgar una visión desorganizada de los procesos. Sabemos que requiere esfuerzo, pero los errores pueden ocasionar pérdidas y todo el trabajo habrá sido en vano.
La gestión manual de los procesos también interfiere negativamente en la eficiencia de la cadena de valor, ya que fragmenta la información y dificulta el seguimiento en tiempo real de las operaciones.
Las automatizaciones, por ejemplo, permiten identificar y reestructurar procesos que no generan valor para la cadena en general, creando nuevas oportunidades y facilitando la adaptación de los procesos de acuerdo con las exigencias de los clientes y otras regulaciones.
Superar estos y otros desafíos específicos que tu organización enfrenta en relación con la cadena de valor garantizará una optimización de los recursos de trabajo, asegurará la alineación entre estrategia y operación —imprescindible para lograr buenos resultados—, además de mejorar la eficiencia y la agilidad de las entregas en escenarios de cambio.
Transformar la teoría de la cadena de valor en práctica
Una vez más —y aunque parezca repetitivo— la cultura organizacional será la que sustente el cambio necesario para que los colaboradores se sientan comprometidos con la propuesta y perciban el potencial estratégico de la herramienta. La ruptura de los silos organizacionales, por ejemplo, parte de las transformaciones impulsadas por la cultura.
La toma de decisiones es otro punto clave para convertir la teoría en práctica. Deben utilizarse métricas claras para evaluar la eficiencia de los procesos, por lo tanto, las decisiones deben basarse en este tipo de datos y en fuentes de información confiables.
Por último, utilizar la tecnología adecuada para digitalizar el proceso de cadena de valor se considera un aspecto crucial para el éxito de su aplicación. La transformación digital en esta área es una aliada para volver la cadena de valor más dinámica, visual e integrada.
Sus beneficios son amplios, pero es imposible no destacar la agilidad en las actualizaciones, la reducción de la burocracia, la integración de información de diferentes áreas, los tableros de seguimiento en tiempo real y la identificación de oportunidades de mejora continua.
Interact Suite SA y la Cadena de Valor
Cada vez más enfocada en unir la metodología con la práctica diaria en las organizaciones, Interact desarrolló la solución Cadena de Valor.
Esta solución permite visualizar el conjunto de actividades realizadas a lo largo de los procesos esenciales de la empresa e identificar los puntos débiles en la cadena de producción. Además, hace posible evaluar la eficiencia de los procesos y encontrar formas de mejorarlos, generando aún más valor para tu cliente.
Sus funcionalidades también permiten optimizar la cadena de suministro, evaluar la eficiencia de los procesos, contribuir a la reducción de costos, garantizar visibilidad sobre la ventaja competitiva, entre otros beneficios.